11 November 2008

Super (sin acento)

Ayer, como todos los lunes (casi) fui al super cual chica independiente que soy. Oh, qué gran sensación de independencia la que se siente cuando uno escatima con su propia comida o cuando puede pensar "Mhh, no, mejor la siguiente quincena..."

Antes de dejar la casa paternal, si acaso me paraba en el super era para hojear revistas y comprar un poco de estupidez a granel, y sabía que siempre habría en el refri algo que picar a medianoche. Ya hace poco más de dos años que ir al super se me convirtió en una obligación y entonces se me presentaban intríncadísimos dilemas como los del Sr. Burns. Escoger las calabacitas o calcular la cantidad de panela con la que podía sobrevivir durante una semana era una verdadera aventura, y como además entonces era pobre y tenía un trabajo horrendo, ps siempre llegaba a la caja y tenía que cancelar un montón de cosas. Triste, triste historia, I know. Pero en todo éste tiempo de autoservicio he acumulado muchas historias; como la vez que me encontré a un ex haciendo las compras con su esposa y sus hijas de 7 y 5 años, (cual marido ejemplar que es, el cabrón), y que en vez de fingir que no me había visto, me presentó como su excompañera de trabajo. O la vez que por andar ahí viendo a un chico guapo me tropecé y tiré un estante.

Uf, podría escribir novelas completas acerca del pasillo de las botanas y de la fila de las carnes frías (...) Bueno no, no podría, pero en algún punto espero que la acumulación rutinaria de experiencias de éste tipo tenga alguna utilidad. De hecho siempre he tenido la ilusión vaga de encontrarme al amor de mi vida en el super, pero siempre que voy todo es rápido, conectado a la música de mis audífonos y dirigido por la lista en mi mano izquierda en la que nunca he apuntado "Encontrar al amor de mi vida" entre la leche light o el jabón para los trastes, entonces ps no, nunca he encontrado al amor de mi vida en el super. Ni creo que lo haga.

En fin, todo ésto va a que me metí ayer en el pasillo de los juguetes, así nomás, sin previo aviso a mi conciencia y descubrí que ya los juegos de mesa en nada se parecen a los que amé y en los que invertía semanas completas durante las vacaciones, porque claro, como buena mocosa ñoña que era ps me gustaban mucho los juegos de mesa y los rompecabezas y todo eso. ¿Qué fué del Risk, Estratego, ajedrez, Parchis, 1000 millas, Boggle y todos esos? Misterio. Pero han sido reemplazados por éstos:

Testigo. Juego para niños emos.


El Jenga para mi ex-roomie la rosa. Se lo voy a comprar de navidad, por los good old times.


El Jenga versión ñera que promueve la faltadeortografíadez y la groseríaincompletez


Juego que de verdad no entiendo como alguien pueda comprar con ese nombre. Tampoco entiendo que hacen ahí Drake y Josh, y en la foto no se ven las caras de tara-dazos de los niños jugando el juego, pero eran muy buenas.
Doctor Fuchistein. Éste como que si me dieron ganitas de tenerlo.



Mañana mismo voy a casa de mis papás a recoger mis viejos juegos de mesa.

4 comments:

finísima persona said...

qué tiene de emo la caja que dice "testigo"?

FilthDirt said...

Ok, emo fué lo primero que se me ocurrió, y fué mi referente incuestionable.

No entiendo porqué la pregunta, acaso te convertiste en emo??

Unknown said...

pues yo dure como tres dias con el turista mundial en modo obsesivo, despues me daba coraje perder en el ajedrez pero llego el supernintendo y ahi valio madre...

FilthDirt said...

Mis primos, mis hermanas y yo llevábamos libros de registro (como cuando los pros del ajedrez anotan sus jugadas) para el turista, para poder dejar el tablero semanas completas y garantizar que nadie hiciera trampa.

Ya está, ya lo dije. Oficialmente soy una ñoñaza de los juegos de mesa