29 January 2010

Ya no odio la feria [(tanto) creo]

El año pasado estuve haciendo cosas, escuchando música y yendo a lugares que en algún momento de mi vida odié y por algún extraño motivo pude encontrarle la chistosidad (¿chistosismo?) y generalmente me la pasé bien. Hasta que la semana pasada me dijeron "Vamos a la Feria" y titubeé así, muchísimo. Y luego fuí: ví muchos animalitos y me subí a uno de esos juegos en los que pagas por un par de minutos de sufrimiento, compré triquecitos varios y me comí unos de esos huaraches que a todo mundo le hacen daño menos a mí y a mi casi inexpugnable aparato digestivo. Es que soy bien cultural, yo.

Y bueno, la Feria sigue teniendo todo lo que odio: congestionamiento vial, multitud apestosa y empujona, olor a fritanga, niños chillones a cada paso, coca light a precios estratosféricos y n-mil etcéteras, pero ese día yo andaba de buenitas y con gente linda y todo estuvo bien.

Tiro al blaco (sin n) sport (sin nada deportivo)

Descubrí donde estaban todos los ponies que nunca tuve en mi infancia; bien aburridos amarrados en un carrusel de carne y hueso. Cositos.

Restricción más extraña del mundo

Vaquitas que se aman y se miran a los ojos. Vargas Llosa decía que enamorarse como un becerro es el único modo válido de enamorarse. Seguro también anduvo en la Feria.

¿Habrá toros pelichivo? ¿Gatos peliperro? ¿Caballos pelivaca?

Ahora; yo nunca he ido al muy famoso Palenque de la Feria... ¿Ya va siendo tiempo, o me espero a ver si el siguiente año ando más de buenitas?

15 January 2010

La ciudad y el absurdo XIV

Yo paso todos los días frente a éste negocio de Soluciones con Productos de alambre, rumbo al trabajo. Como siempre voy con prisa y así, nunca me he podido detener a preguntar si hacen cianuro de alambre especial para jefas-locas o si logran solucionar asuntos pendientes de gente con gente de países sudamericanos.

Pero no quiero ir a preguntar. Capaz que esas soluciones no las solucionan ahí y luego ¿como soluciono mi desilusión?

04 January 2010

Lo pensé al fondo del tiempo, constantemente. Lo sentí presente y durante todos esos momentos fué cierto; y el tiempo entero y el fondo del tiempo se me fueron pensando en los labios flacos que besé todo un día. En el plan de los lugares en los que habría de besarlos se me olvidó la vida en la que no estuvieron nunca presentes.

No los labios ni las palabras, ni la cara pegada a ellas, ni los brazos esmirriados o el olor a muñeca y a juego conocido. No los ojos pálidos (así lo diría él, por alguna canción), más bien tristes o perdidos, entrañables y azules que sólo ahora sé que jamás fueron las farolas encantadoras y mentirosas que me iba a encontrar después, sin querer, en otro par de ojos más azules. No mi propia sonrisa agrandada de pensarlo. No las charlas perdidas ni los mails que se cansaron de esperar respuesta y simplemente se dejaron borrar, sin defensa. No los libros, ni las frases, ni los autores favoritos de cada quien. No con sentirme miseria y no decirlo, porque no había oídos, ni con escribirlo en una libreta encriptada y luego querer traducirlo, sin poder. No en el desinterés o el menosprecio. No con que por su culpa se confunda quien no tiene que ver en absoluto. No con el llanto agrandado de pensarlo ni con yet another year en planes que no van a suceder, en una vida que no me puede incluír, aunque quisiera. Pero no quiere. No, no, no, no, no, no, no con que ahora me conforme sentádome disimuladamente cerca de gente que habla como él, sólo para escucharlos, porque al final, como se terminó, está buena la nostalgia ¿no?.

No.

No con quedar corta, avergonzada de pensar que publicarlo en blog es una estupidez. Que lo es, y que me quedo corta. Es sólo que lo recuerdo ahora. Hay tanto en lo que no lo encuentro.

No lo encuentro. Nunca estuvo. No hay nada.


Hay mucho nada.




No sé que hacer, no tengo ningún hueco que llenar.
Estoy llenísima. De nada.
Quizá con ésto se hace simplemente nada.