03 February 2008

Odio a los hombres, los coches que se descomponen, los "artistas" y la feria. Hmpf.

El martes mi auto simplemente rehusó prender. Así, de la nada. Y a pesar de que no soy tan neófita en el asunto de las maquinarias (un poco menos que antes, cuando menos), pues la verdad no me interesa en absoluto estar averiguando que es lo que pasa por dentro del cofre de mi coche. Para mi los coches funcionan con la magia de la gasolina, y por eso es tan cara. Además esas son cosas de hombres. Como matar a los ratones que se meten de vez en cuando a las casas, o poner carne en el asador; de hecho prácticamente es casi para lo que sirven los hombres: para que los coches funcionen, las casas no tengan plagas y para poder comer arrachera sin tener que haber quedado toda ahumada. Y para echarse pedos y repetidas y dejar todo tirado. Bueno y para coger... bueeeeno y a algunos a veces si los quieres. En fin, el punto no es ese, sino que mi coche nomás no encendió, y evidentemente ya no iba a llegar a clase de 7, pero el problema principal es que ese día tenía cita con una galerista para que viera mi portafolios, mis cuadros y tal, y sin coche probablemente no iba a dar con el lugar, así que con el último aliento de mi batería dejé el coche en el taller y dejé todo arreglado para ver si me lo podían llevar a la escuela a mediodía.

Y sí estuvo, y pude llegar a tiempo con la galerista que resultó declarada enemiga de los "artistas" (bajo ésta denominación se incluyen a las personas que cuando les preguntas que qué hacen, te contestan con el cuello muy parado "soy artista visual", "soy actor", pffff, pobrecitos), por las razones que yo también odio a los "artistas", son una mafia, un desfile de egos, peleas a lo estúpido, extravagancias sin sentido, presunción y la mayor parte de las veces muy poca sustancia. Pero en éste caso, que concordaramos era contraproducente, porque ella el año pasado decidió retirarse de la onda de ser galerista, y de hecho me dijo que en otras condiciones si hubieramos tenido esa plática, dentro de unos seis meses ya tendría una exposición personal y así. Pero a final de cuentas muy bien, me ofreció contactarme con otros estudios y galerías donde podrían quedar bien mis cuadros, me dijo que podía ayudarme a hacer trabajo curatorial y me dió consejos de giros que le podría dar a mi trabajo. Luego me fui al trabajo y regresé a la escuela a mi clase casi nocturna con un grupo de puros mercadólogos (medio tontitos, bien divertidos)

El miércoles en la mañana mi coche no prendió de nuevo. Entonces hablé al taller, enojada. Me trataron como estúpida, como si por el hecho de estar chica y ser mujer tuviera que ser a priori una estúpida. Si por mí fuera todos los hombres y sus pendejas ínfulas de saberlo todo de automóviles pueden comer un pedazo de mierda e irse directo al infierno. Entonces me puse a moverle ahí, con toda la intención de escupirle en la cara al primer hombre que se ofreciera ayudarme. Logré que prendiera y lo llevé a otro taller, tratando de poner cara medio amable. Me dijeron que tenía que cambiarle la batería, y les dije que pues la cambiaran. Se tardaron aaaaaaños, se quejaron como nenitas de no poder quitar tornillos y ondas así, y ya, me fuí con batería nueva y sin dinero.

El jueves en la mañana guess what?, el coche no prendió. De nuevo. Cuando chequé la batería, los dos cables de un lado estaban salidos. Pu-ta-ma-dre. Los metí, azoté el cofre, estaba harta de tener que perder tiempo de mi día en cosas automotrices, me fuí a la escuela, todo funcionó medio bien, regresé al depa a comer, salí al trabajo y cuando pasaba por enfrente de la abominación más abominable de la ciudad, la Feria...



... se me apagó el coche. El de atrás, evidentemente, casi se estampa comigo, porque ¿cómo sabes que al de adelante se le apagó el coche si no tiene intermitentes ni stop? Además eso debió haber sido una burla divina, porque sólo Dios sabe cuanto realmente odio la Feria. Tiene todo lo malo, merecería un capítulo aparte pero tanta bilis en una misma semana probablemente me mate, así que, otro día, con más calma... Así que bueno, abrí el cofre, le metí los cables a la batería, y decidí mejor no ir al trabajo para llevar el coche al taller. En Malecón (vía llena de subidas y bajadas) se me apagó de nuevo el coche, y de nuevo el de atrás casi se estampa conmigo. No necesito decir que mi nivel de estrés estaba un poco saliendose de control, así que cuando llegué al taller la conversación fué así:

- ¿Ya la atienden señorita?

- No.

Cara muy seca. Siempre me han dicho que tengo cara de muy mamona, pero en realidad es que en mi cara es muy evidente lo que me está pasando. Triste me veo muy triste. Contenta muy contenta. Y enojada... bueno pregúnten a quien me ha visto enojada. Misteriosamente cuando estoy seria me veo mamona, pero bueno, ahi lo tienen, esa es la primera impresión que doy.

- ¿En qué le podemos servir?

- Ayer compré aquí una batería, y la instalaron, pero cuando venía en el camino se le salieron los cables. Dos veces. Quiero que arreglen eso, porque estuvieron a punto de chocarme, dos veces.

- A ver, permitame tantito.

Salió el hombre que había instalado la batería. Se puso a acomodar y apretar, con una jetota.

- No te recomiendo que lo dejes medio mal otra vez, porque ahorita no me pasó nada, no choqué, pero si hubiera chocado a quien iba a venir a demandar es a ustedes.

- Pues no hubiera procedido su demanda

Jajajajajajaja! ¿De donde le salió al mecánico ese vocabulario?

- ¡No mames! ¡Mecánico y abogado! Debe haberte ido muy bien en la vida, debes ser muy listo y muy hábil para que tengas que pelearte conmigo por un pinche tornillo que ayer no apretaste bien.

- Pues mire, señorita, su coche blahblahblahblahblahblahblah.

- ¿Sabes qué? Limítate a arreglarme eso, que no tengo tiempo para estarte oyendo.

Aquí el mecánico puso esa cara que luego la gente, cuando quiere ser, oh, tan sarcástica, pone, que es como con las cejas levantadas, la boca más abierta de lo normal, moviendo poquito la cabeza de izquierda a derecha.

- Solo le voy a decir, señorita, que aquí la corriente... ¿Si sabe lo que es la corriente?

Puta. Aquí si me enchilé. Lo siguiente fue dicho en tono muy enojado, y probablemente muy despectivo.

- Mira pendejo, no estoy estúpida. No acepto que la gente me hable como si estuviera estúpida, y mientras tu sigas teniendo el dinero que te pagué, aquí tu sigues siendo un pinche mecánico y yo una cliente. Ve y háblale a tu jefe. Muévete. Y ya no toques mi coche.

El jefe fué. Se disculpó. Terminó el trabajo. Me fuí y el coche ya no se apagó. Mi mamá muy oportuna me marcó cuando estaba parada en el semáforo; después de tanta acumulación de estrés, de casi matarme dos veces, lloré impúdicamente mientras un monito me ofrecía unas bolsa de garapiñados, de 2x15. Me fuí a la escuela porque tenía que editar un video, llegué a mi clase con mercadólogos y me alivianaron un poco con sus tonterías.

Cuando llegué al depa no había luz...

Perfecto. De todos modos ya me iba a dormir.

1 comment:

CCD said...

Estoy de acuerdo absolutamente en todo. Yo no sé qué partido sacarle a los hombres, porque no tengo coche y nunca me ha dado por pedirle a nadie que se tire pedos en mi casa, que los propios me valen.

Y bueno, en el taller te has portado como una reina. ¡Muerte y destrucción a los mecánicos listillos!