09 April 2010

Sayulita II

He viajado mucho. Lo digo sin afán presuntuoso. He viajado casi nada en comparación con tanta gente, y aún así siento que he viajado mucho.

Viajé de huida, de olvido, de distracción. Lo he hecho intencionalmente, con planes preparados, presupuestos anchos y estrechos. Por corto impulso y quizá sólo para disfrutar el trayecto; he viajado siendo una tonta y pretendiendo tontamente que soy una viajera experta. Viajé en temporadas altas y bajas. En fines de semana cualquiera. En puentes institucionales. Caminé sola por algún país desconocido, caminé con alguien a quien amaba, caminé con amigos, con familia; en lugares donde te sirve conocer idiomas y en lugares donde sólo sirven las sonrisas, y donde estuve fui siempre bien recibida, aunque la gente no es maravillosa en general -la gente es gente- siempre me dieron algo memorable, algo hermoso.

A los lugares no se vuelve nunca. A veces uno no quiere regresar; habrá sido un viaje demasiado bueno para superar, demasiado malo para repetir, muy poco importante como para ponerlo en punto de comparación. Otras veces uno vuelve, como esa vieja idea de quien no se baña jamás en el mismo río -que en todas las culturas es la imagen del transcurso- cuando todo se volvió otro.

Yo volví al Sayulita físico al que hace casi un año fui. Traje tanto de regreso que no cabíamos en el auto.

No comments: