21 May 2009

El Señor

Muy esporádicamente me paro en el McDonald´s que está a dos cuadras de aquí para ordenarme un fabuloso combo de comida chatarra a un precio y velocidad aceptables para las 2 de la tarde, muy a pesar de que los McDonald’s me hacen sentir tonta: con sus charolas brillantes y mesas tan plastificadas como la comida, donde uno nunca cabe bien y no se está agusto. Cuando busco con la mirada un lugar donde sentarme, siempre me tropiezo con un señor de poco pelo, lentes de diseñador (para el adulto contemporáneo), pantalón de gabardina y camisas de manga corta, que se sienta en la misma mesa justo entre la sección de niños y la de grandes. Suficientemente lejos de los juegos como para que los niños no le molesten, y suficientemente lejos también de las filas y las conversaciones de adolescentes y adultos que da la impresión de que juzga sosas.

Apretando con una mano un vaso grande de café, como para evitar que se le escape y con una Mont Blanc en la otra se sienta a resolver los crucigramas del periódico del día. No lo he visto nunca dar un sorbo a su café, ni levantar la mirada del periódico y tampoco lo he visto preguntar a nadie acerca de alguna palabra de origen árabe, de 6 letras que nombra a un almacén o depósito de agua. No conozco su voz. Cuando yo llego lo encuentro ya instalado y siempre me voy antes que él.

Ayer me senté en la mesa de al lado. Por mera curiosidad. Después de acomodar una palabra en sus cuadritos, levantó la mirada y dejó que se le perdiera en la calle, a través de la ventana; tristísima. Suspiró y volvió al crucigrama.

Se me ocurrió que con la rotación de personal que hay en los McDonald’s, si el señor decidiera un día ya no hacer sus crucigramas ahí, si de repente le gustara más el Italian Coffee de la otra esquina o si se muriera, muy pocos recordarían al personaje solitario que todos los días se sentaba en la misma mesa. Con mi mala memoria y las pocas veces que me paro yo por ahí, probablemente me sucedería lo mismo.

Seguramente es por eso que le escribo un texto, que no hará más triste su mirada ni le sacará una sonrisa, porque nunca lo leerá.

No comments: