11 July 2008

De triunfos y otros amontonaderos

Título alternativo y amargoso: “Odio las mudanzas”
Título alternativo 2 y no amargoso: “Jornadas inaugurales”

Recién me cambié de departamento y a más de una semana del espantoso trajín de las mudanzas –empacaempacaempaca,cargacargacarga,desempacadesempacadesempaca- creo que un poco estoy volviendo a tomar forma dentro del espacio que termina delimitando a las personas. Porque yo si creo que quien eres depende mucho de con quién vives, evidentemente, pero también de lo que ves en las mañanas cuando recién abres los ojos, o de la cantidad y dirección de la luz que entra por las ventanas, o de los ruidos de afuera y la calidad de los vecinos, además de que en general los espacios los ocupan objetos que pueden un poco ser extensiones de uno mismo –quizá, y sólo quizá sea por eso que llegué a chutarme muchos episodios de Roomraiders, en MTV. Y bueno, en éstos términos, digamos que mmmm yo no tengo muchas extensiones que ocupen el espacio ahora. Y no tengo tampoco televisión, ni teléfono, ni microondas, ni refrigerador por lo que mi nutritiva dieta a base de quesadillas light (de tortilla integral y panela, hechas en microondas, por aquello de que nunca hay tiempo para nada) se fue al carajo y ha sido sustituida por una dieta a base de sopa instantánea –de agüita hervida, obvio, que no de microondas- y bebidas calientes de todas las naturalezas, incluyendo mi amada coca light. Snif. De hecho consideré seriamente convertirme en anoréxica temporal, hasta que tuviera un refri decente y pudiera cocinar comida decente y enfriar decentemente mi amada coca light pero eso es algo que mi cuerpo rehusó hacer, especialmente en las mañanas resacosas en las que de lo único que me dan ganas es de comida muy grasienta con litros de salsa. Como tampoco hay internet estoy peor que un drogadicto con síndrome de abstinencia, y me tengo que esperar hasta llegar a la oficina para hacer cualquier onda internetosa. Y sin distracciones, con un carajo, se me ocurren un montón de cosas que debería postear, buscar, bajar, confirmar o checar, así que mejor he decidido pasar a visitar amigos, que luego siempre te ofrecen algo de comer que no esté al tiempo, sino caliente o frío, como deba de estar, y que en una de esas hasta tienen Sky y hasta puede que te toque ver el programa que te gusta. Ah y claro, también porque es un gustazo verlos.

Cambiarse de depa implica que un montón de cosas deben hacerse por primera vez ahí. Primer cigarro, primera peda, primer invitado oficial, primera bañada con agua fría porque no hay gas, primera cogida, faje o besuqueo, primera noche de insomnio, primer golpazo en pie descalzo porque aún no te acostumbras a la distribución del espacio, primer clavo o foco puesto, primera cucaracha pisoteada y un montón de cosas que ahora no menciono, probablemente porque no hayan aún pasado, y porque además todo éste conteo de las primicias solamente es oficial e importante para la persona que las va anotando en la lista de las cosas que ya pasaron por primera vez, y que no sirve absolutamente para nada, pero que igual se hace un poco inconcientemente.

Y bueno, se me ocurrió que si voy a necesitar muebles, igual valdría la pena ir yendo a ver como qué se me antoja, para luego descartarlo y pensar en lo que puedo pagar; y se me ocurrió que podía pasar por galerías El Triunfo, muy a pesar de mi prejuicio de entrar en establecimientos que tengan una nave espacial tamaño real (una chiquita, pero tamaño real) como saludo de bienvenida, en la entrada. Digo, a lo mejor estaba divertido. Lo bueno fue que cuando llegué ya no estaba la nave espacial en la entrada, probablemente se la vendieron a alguien con pésimo gusto. Whatever. Lo que sí es que galerías El Triunfo resultó ser el paraíso de las-miles-de-cosas-que-jamás-necesitarás-pero-que-igual-estaría- chidillo-tener. Y el infierno de las mujeres con bolsas gigantes en las que cabe hasta la lap, además de todo lo que se debe cargar en la bolsa, en el que, por cierto y sólo para hacer la mención, me incluyo. Amo las bolsas gigantes. Pero no resultan del todo prácticas si se tiene que pasar por minipasillos llenos de cosas que se rompen, pero como ya había entrado ahí, dije “pues bueno” y me abracé a mi bolsona para adentrarme en el mundo de los montones de mamadas y cosas padriuris que es galerías El Triunfo, y que aún no he terminado de decidir si me gustó o lo odié, porque hay ahí lo que no alcanza uno a imaginarse, por entrañable o por vomitivo o simplemente por inverosímil.


Aparentemente los budas en su versión "no-me-sobes-la-panza" son lo de hoy, había pasillos completos


Esculturas gordas y carísimas que patean bolas plateadas. Yo salgo ahí en la bola, asustada, pero no se ve tanto mi susto

Jirafa plastificada gigante que intentó huir de la tienda

Como aquí no hubo Cow Parade, los de Galerías el Triunfo nos lo dieron. También creo que era para recordarnos que León es un ranchote.


Ésto es un techo. Todo está tan aperrado ahí que cuelgan sillas y mesas del techo, y esperan que alcances a leer los precios. Pff.

Más budas y yo abrazadísima a mi bolsa gigante

¿Antojo de un vaso cánope? Por Osiris, que te lo venden aquí.

Siempre me pregunté donde compraban los narcos sus santas muertes incrustadas de plásticos brillantes...


Y también siempre me dieron muchas ganas de encuerarme detrás de Charlie Chaplin

Cebra de plástico real size, de casi 50 mil varos, como a 32, creo


Marilyn Monroe nos dice adiós desde el aparador

2 comments:

Anonymous said...

Vaya, cuanta chuchearía adorable aunque en realidad me pregunto:
¿Para qué quieres un sarcófago en tu sala? ¿La usarías de mesa y dentro guardarías las botellas de ron, whiskey y tequila?
Como sea, suerte en el nuevo departamento, la nueva vida, la peda de bienvenida y en el aburrido León.

FilthDirt said...

Pff, claro que todo mundo quiere un sarcófago en su casa... ¿¿si no donde duermes?? ¿En una cama?

Nah. Nadie hace eso.

Y yo he estado en el aburrido León desde hace como 21 años, porque, bueno, nací aquí. Qué hacerle.

Saludo y beso