04 September 2006

Memoria olfativa.

“Nos avergonzamos de demasiadas cosas, de nuestro aspecto y creencias pasadas, de nuestra ingenuidad e ignorancia, de la sumisión o el orgullo que una vez mostramos, de la transigencia y la intransigencia, de tantas cosas propuestas o dichas sin convencimiento, de habernos enamorado de quien nos enamoramos y de haber sido amigo de quienes lo fuimos, las vidas son a menudo traición y negación continuas de todo lo que hubo antes, se tergiversa y deforma según va pasando el tiempo y sin embargo seguimos teniendo conciencia por mucho que nos engañemos, de que guardamos secretos y encerramos misterios, aunque la mayoría sean triviales.”
- Javier Marías -




Qué raro regresar a un lugar al que no habías entrado hace meses y ver que las cosas no han cambiado. Los muebles no se han movido, la decoración es la misma en otoño que en primavera. Las personas se llaman igual y se sientan en los mismos lugares en la mesa. Huelen a lo mismo. Todo huele a lo mismo, a lo de antes. Qué extraño que te sientas agusto aún cuando todo lo habías instalado en el pasado y no planeabas volverlo a tener... ni siquiera lo habías cuestionado.

Tanto se calla. Tanto se pierde. Tanto y tan poco queda de nosotros en los lugares en los que estuvimos, en las personas con las que estuvimos. Tanto o tan poco vale la pena recordar que no nos molesta que regrese lo que habíamos tardado un tiempo en olvidar.

¿Olvidar qué, si la vida es tan rápida? ¿Porqué las narices nos engañan y recuerdan solo olores lindos, comida rica, cosas agradables?

1 comment:

Indigente Iletrado said...

La memoria es caprichosa. Aunque sí es un verdugo implacable. El retorno hacia donde nunca esperamos regresar posee un aure de tranquilidad inesperado como el cobijo discreto que tiene la rutina de la que renegamos pero que nos mantiene vivos.