Sayulita es un pueblito chiquirrín con una misma calle que entra y sale del pueblo y le da la vuelta al kiosko; donde las calles están dominadas por los perros callejeros, donde no existen los Oxxos ni aceptan tarjetas en ningún lado. Un pueblito, vaya. Un pueblito playero donde no existe ni un sólo hotel grande, donde recorrer caminando toda la bahía toma cuarenta minutos, que como es realmente pintoresco está ya habitado básicamente por extranjeros. Y perros. Donde aprendí a no-surfear-y-si-caerme-chorromil-veces con australianos. Donde tomé mate con una uruguaya y platiqué de historia con italianos. Un pueblito donde siento que tuve mis vacaciones menos suicidas de todas, aunque en la práctica pudieron haber sido las más.
Descubrí que mi verdadera vocación es alimentar mosquitos. Los mosquitos me aman, nunca me dejaron sola. Aún están los rastros de mis noches con ellos sobre mi piel...
Como en Sayulita todo es tranquilidad, no entienden mucho de política y mejor hicieron un logo como si Zapata hablara "¡¡Campesinos de América, Uniós'n!!"
Ya quiero ser de la tercera edad para ir al Club de la Tercera Edad Senior Citizen Club Amigos de Corazón. Lo anhelo tanto.
Manchitas Asquerosas y yo pasamos juntos TODA-LA-NOCHE cuando desperté ya se había ido y me encontré a mi misma desconsolada.
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