Es cómo me sonríe y me ve, el modo en el que le busco la mirada y estoy pendiente. En el que lo pienso. Sonriéndome.
Nada cierto que puede serlo cada mañana, tras cada café, después de leer un párrafo cualquiera, a escondidas de cada uno de nosotros, de los demás, de todos. Debajo de una sonrisa. Puede suceder. Quiero que pase y lo freno cada vez; prefiero pensar que mañana, que una tarde con cervezas, que de repente lo decida y ya.
Aunque siempre el suspenso sea mejor.
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