El año pasado estuve haciendo cosas, escuchando música y yendo a lugares que en algún momento de mi vida odié y por algún extraño motivo pude encontrarle la chistosidad (¿chistosismo?) y generalmente me la pasé bien. Hasta que la semana pasada me dijeron "Vamos a la Feria" y titubeé así, muchísimo. Y luego fuí: ví muchos animalitos y me subí a uno de esos juegos en los que pagas por un par de minutos de sufrimiento, compré triquecitos varios y me comí unos de esos huaraches que a todo mundo le hacen daño menos a mí y a mi casi inexpugnable aparato digestivo. Es que soy bien cultural, yo.
Y bueno, la Feria sigue teniendo todo lo que odio: congestionamiento vial, multitud apestosa y empujona, olor a fritanga, niños chillones a cada paso, coca light a precios estratosféricos y n-mil etcéteras, pero ese día yo andaba de buenitas y con gente linda y todo estuvo bien.
Y bueno, la Feria sigue teniendo todo lo que odio: congestionamiento vial, multitud apestosa y empujona, olor a fritanga, niños chillones a cada paso, coca light a precios estratosféricos y n-mil etcéteras, pero ese día yo andaba de buenitas y con gente linda y todo estuvo bien.

Tiro al blaco (sin n) sport (sin nada deportivo)
Descubrí donde estaban todos los ponies que nunca tuve en mi infancia; bien aburridos amarrados en un carrusel de carne y hueso. Cositos.


Ahora; yo nunca he ido al muy famoso Palenque de la Feria... ¿Ya va siendo tiempo, o me espero a ver si el siguiente año ando más de buenitas?